20 de abril de 2011

Él necesita tus manos


Maestro y discípulo caminan por los desiertos de Arabia. El Maestro aprovecha cada momento del viaje para enseñar al discípulo acerca de la fe.
– Confía lo tuyo a Dios –decía-. Pues Él jamás abandona a sus hijos.
De noche, al acampar, el Maestro le pidió al discípulo que atase los caballos a una roca cercana.
El discípulo fue a la roca, pero entonces recordó lo que había aprendido aquella tarde.
“El Maestro debe de estar poniéndome a prueba. En realidad, debo confiar los caballos a Dios.”
Y dejó sueltos a los caballos.
A la mañana siguiente, descubrió que los animales se habían escapado. Furioso, buscó al Maestro.
-¡Tú no sabes nada de Dios! Ayer aprendí que debía confiar ciegamente en la Providencia, así que entregué los caballos a Dios para que los cuidara. ¡Pero han desaparecido!
-Dios quería cuidar de los caballos –respondió el Maestro-. Pero, en aquel momento, necesitaba de tus manos para atarlos, y tú no se las prestaste.

By Paulo Coelho