22 de noviembre de 2011

Las lágrimas son palabras que necesitan llorar

“Y de repente el Universo parecía haber dejado de moverse en aquella sala.
Sucedieron tantas cosas: yo vi tus lágrimas. Vi las lágrimas de tu dulce mujer,cuando aquel lector anónimo pronunció el nombre de una capilla perdida en algún lugar del mundo.

”Tú perdiste la voz. Tu rostro sonriente se tornó serio. Tus ojos se llenaron de tímidas lágrimas, que temblaban en la punta de las pestañas, como si quisieran disculparse por estar ahí sin haber sido invitadas.

”Ahí también estaba yo, sintiendo un nudo en la garganta, sin saber por qué. Busqué entre el auditorio a mi mujer y a mi hija, son ellas a las que siempre busco cuando me siento al borde de algo que no conozco.


Ellas estaban allá, pero tenían los ojos fijos en ti, silenciosas como todo el mundo, procurando apoyarte con sus miradas, como si las miradas pudiesen apoyar a un
hombre.
”Entonces procuré fijarme en Christina, pidiendo socorro, intentando entender lo que estaba pasando, cómo romper aquel silencio que parecía infinito.
Y vi que también ella lloraba, en silencio, como si ustedes fuesen notas de la misma sinfonía, y como si las lágrimas de ambos se tocaran a pesar de la distancia.
”Y durante largos segundos, ya no había salón, ni público, ni nada. Tú y tu mujer se habían ido a un lugar donde nadie podía seguirlos; todo lo que existía era la alegría de vivir, contada apenas con el silencio y la emoción.

”Las palabras son lágrimas escritas. Las lágrimas son palabras que necesitan llorar. Sin ellas, ninguna alegría tiene brillo, ninguna tristeza tiene final.
Por lo tanto, gracias por tus lágrimas.”
By Paulo Coelho

11 de noviembre de 2011

Inocentemente malvado

Me encontraba en un puesto de comida rápida y observo que entra distraídamente un señor de unos 60 años de edad, se dirige directamente a pedir su servicio de comida sin hacer la fila.  Inmediatamente se crea un ambiente de murmuración:
—¿pero y este que se cree?  ¡Miren que tigueraso!—

Uno de los que murmuraba le llama en tono fuerte diciendo:
—¡Don venga y haga su fila, que aquí hay que hacer la fila pa' come!—

El sujeto se voltea y con una sonrisa y denotando vergüenza en su rostro, exclama:
—¡Ay! perdón, es que no vi la fila, discúlpenme—

Rápidamente, de manera sencilla y sin emitir ningún comentario tomó su puesto en la fila, al tiempo que las demás personas observaban y se miraban unos a otros pensando:
—Probablemente este señor tenga razón y nos hemos adelantado en nuestro juicio—

—o—

Que apresurados somos para emitir juicios contra las personas, eligiendo nosotros la razón por la que actuaron de equis modo, sin darles oportunidad a que nos revelen su verdadera intención.

Nuestro ambiente se ha vuelto hostil y nuestra conciencia está condicionada de una manera negativa.  Hemos perdido toda pizca de inocencia y sensibilidad, hemos perdido la capacidad de separar lo bueno de lo malo; nuestro mundo nos ha convertido en intérpretes de la maldad.

Reflexionemos, no dejemos que la maldad endurezca nuestro corazón y ofusque nuestra conciencia; aprendamos a encontrar la bondad de nuestro entorno, recuperemos aquello que hemos perdido, recuperemos la inocencia de nuestras almas.